"Somos como El Vaquilla y su banda" Los menores que robaron un BMW se han fugado del centro de acogida y están en su poblado DANIEL VERDÚ / SUSANA HIDALGO - Madrid - 16/01/2007
Vota
Resultado
(159 votos)
Han visto decenas de veces el DVD de
Perros callejeros,la película donde José Antonio de la Loma recreó la vida de El Vaquilla
y El Torete. Los chavales que fueron los reyes del robo y las
persecuciones con la policía en la Barcelona de finales de los setenta.
Y de tanto verla, El Toño, El Johnny y El Samurái, de 13, 10 y 8 años,
tres niños que viven en el poblado chabolista de La Jungla, en el
distrito de Vicálvaro, se montaron su propia persecución en la
madrugada del sábado a bordo de un BMW 318 robado.
- "De mayor quiero tener un piso", cuenta un niño de La Jungla
La noticia en otros webs
- webs en español
- en otros idiomas
Los críos han visto decenas de veces la película de delincuentes 'Perros callejeros'
"¡Yo soy El Torete y el Johnny es El Vaquilla!", grita en su chabola
El Toño, el conductor del vehículo. "¡Y yo El Mandarina!", replica El
Samurái, el más pequeño del trío.La persecución, llena de
trompos y saltos por un camino de tierra de ocho kilómetros, acabó con
el BMW estrellado contra un montículo de tierra y con los chavales
detenidos. El Toño volvió a casa después de pasar por comisaría, y los
pequeños, terminaron en el centro de acogida de menores Isabel Clara
Eugenia, en Hortaleza. Ayer, ambos ya se habían fugado y
chatarreabanpor los alrededores del poblado. Se escaparon del reformatorio el
sábado por la mañana y cogieron el metro hasta Vicálvaro. "Una paya nos
dijo cómo teníamos que llegar", cuentan los menores. Desde el metro
caminaron una hora hasta La Jungla.El coche con el que emularon
al Vaquilla y conducía El Toño con gran pericia se lo encontraron ya,
aseguran, con el puente hecho y con las puertas abiertas en la Cañada
Real, a pocos kilómetros de su poblado. "Volvíamos a casa los tres, y
como estábamos cansados... pues lo cogimos. Pero ya estaba robado",
aclara Toño bajo la atenta mirada de su madre Esmeralda, una gitana
portuguesa que lleva 15 años viviendo en el poblado. El Toño y El
Johnny son sus hijos. A su marido lo echó de casa hace algún tiempo
"porque era un drogadicto y estaba siempre fumando heroína delante de
los niños". El Samurái no tiene padres y vive en La Jungla, en la
chabola de la Carmen, unos metros más allá que sus compañeros de
rally.El
Toño tiene el pelo rizado y un estrabismo galopante; lleva las manos de
color negro azabache de tanto buscar chatarra; apenas levanta un metro
y medio del suelo. El chaval no debía ni llegar a los pedales del BMW,
pero es el alto del grupo y le saca una cabeza al Samurái, a quien
llaman así por sus ojos achinados. El Johnny (que en realidad se llama
Adolfo), y que según su madre "es el más listo de la familia", por la
noche no había llegado a la chabola.Esmeralda recuerda lo
sucedió el día de la trifulca. "El Johnny duerme conmigo en el colchón.
Ya era muy tarde y yo estaba roncando. En eso que abrí un ojo, como a
las cinco de la mañana, y vi que ya no estaba en la cama y pensé: '¡Ay,
que éstos se han fugado otra vez!". Y ahí ya se lo vio venir. "Es la
segunda vez que se escapan, es que éstos no quieren ir al colegio",
añade la mujer, de 36 años y que luce un vestido rojo de noche.Fuentes
de la Policía Local de Coslada señalaron que hace 15 días los tres
pequeños ya fueron pillados por la policía conduciendo otra furgoneta
robada. "Lo malo de esto es que en 15 días les volveremos a pillar por
ahí. Les encanta robar vehículos para hacer sus prácticas de conducción
por los descampados", explican las mismas fuentes.En su última
fechoría, la del sábado pasado, los críos fueron interceptados
conduciendo el BMW justamente antes de entrar en la M-45, cuando
perdieron el control del volante y chocaron contra un terraplén y de
rebote contra el coche de policía que los perseguía. "El policía,
cuando nos vio la cara, nos preguntó: ¿Pero dónde vais tan pequeños?",
cuenta El Toño. Hasta que se encontraron cara a cara con los pequeños
delincuentes, los agentes pensaron que estaban persiguiendo a los
ladrones que acababan de atracar una pizzería en Mejorada del Campo. A
80 kilómetros por hora, dando saltos por un camino de tierra, el coche
de policía que seguía a los niños quedó inutilizable. "Lo tenemos en el
taller hecho polvo", explican fuentes policiales.Durante la
persecución, la banda del Samurái intentó saltar varias veces del coche
en marcha. Al abrir las puertas, los coches que había aparcados a los
lados se llevaron la peor parte. "Íbamos los tres sentados en el
asiento delantero", recuerda Toño, mientras mira a su madre de reojo.
Ésta, entre aspavientos, pone el grito en el cielo: "Pero... ¿cómo? ¿Y
si salís despedidos por el cristal?", le inquiere a su pequeño
Torete por haber infringido las normas de tráfico.Y
no le falta razón. En la luna delantera del BMW, tras el trompo que
puso fin a la persecución, quedó marcado el impacto de una pequeña
cabeza. "Uno de ellos se debió dar contra el cristal. Le vio un médico,
y mira si son duros, que no tenía ni un arañazo", recuerdan en la
Policía Municipal de Coslada.
Más que una gamberradaDespués de la persecución policial y de la detención de los tres
niños, el caso pasó a la Fiscalía de Menores. Dos de los niños fueron
enviados a un centro de acogida dependiente de la Comunidad de Madrid,
donde pasaron pocas horas porque se escaparon. Este periódico intentó
sin éxito recabar una versión de lo ocurrido de la Consejería de
Familia y Asuntos Sociales.Agentes de la Policía Local de
Coslada fueron los que detuvieron el sábado pasado a los pequeños, pero
fuentes policiales destacaron que no van a ir a buscarles de nuevo al
poblado. "En 15 días, volveremos a encontrárnoslos con una furgoneta
robada", afirmaron dichas fuentes.El Defensor del Menor, Arturo
Canalda, aseguró que había analizado "con preocupación" este suceso y
que, según está definida la Ley del Menor, "a los menores de 14 años no
se les puede imputar delitos y hay que mandarles a casa, como ha
ocurrido en este caso", informa Europa Press. "Los tres se van a casa
sin saber que lo que han hecho está muy mal y puede que lo tomen como
una gamberrada", agregó.Para Canalda, "quizá se perdió una
oportunidad con la reforma de la Ley del Menor para incorporar el tramo
de 12 a 14 años y establecer medidas reeducativas para estos chicos que
desde tan pequeñitos empiezan a delinquir".